El pasado jueves, con motivo de la jarana que organiza la Universidad por eso de la BUM, que no comprendo muy bien cómo se celebra una bienvenida un mes después de haber llegado, sucedió algo extraño. Algo que escapa a toda comprensión humana.
No sabría explicar muy bien qué fue lo que pasó realmente. Toda está borroso, muy borroso. Sólo sé que, cuando quise darme cuenta, iba disfrazado de algún tipo de hortaliza.
lunes, 27 de octubre de 2008
Tremendamente perjudicado
lunes, 20 de octubre de 2008
El palillo como elemento de distinción
Main es un buen anfitrión, y, como tal, nos regala, casi sin querer, todo su conocimiento, descubriéndonos nuevas maneras de mejorar nuestra posición social. Cuando uno tiene tan amplio conocimiento de la estructura que conforma el conglomerado que es la sociedad actual, es fácil que la sabiduría rebose en uno mismo y esparza sus pequeños tentaculillos hacia todos aquellos que le rodean, atrapándolos y convirtiéndolos en individuos válidos para la sociedad.
Para hacer honor a la verdad, realmente no hemos conseguido mejorar nuestro estatus en el escalafón social. Pero por unos instantes nos pudimos sentir personas distinguidas. Todo gracias a ese gran invento de nuestros mayores, el palillo o mondadientes, y a la hospitalidad de Main.
Después de una opípara cena, en la que no faltó un buen serrano Siete Jotas, no se escatimó en aceitunas rellenas y la Steinburg corrió a raudales, después de departir largo rato sobre la existencia o no existencia de un ente superior y sobre la sexualidad de algunos de los presentes, y llegados al punto de estar bien empapados en alcohol, cual bucanero embriagado de ron, llegó al fin ese elemento diferenciador que hace especial al ciudadano español en cualquier evento festivo o reunión social. Al fin, el palillo fue redescubierto y encumbrado, y todo su señorío puesto a nuestra disposición.
Porque no nos dejemos engañar, no hay nada que haga más varonil a un hombre y más distinguido a un caballero, que un mondadientes bien amarrado entre los dientes. Amén de hablar muy a favor de su higiene dental. Quizá una boina bien calada, pero eso es ya un nivel de distinción para el que quizá aún no estemos preparados.
Yo, de hecho, no me sentía tan superior al resto de los seres humanos desde aquella época en que fumaba Lucky Strike y usaba cerillas, hace ya muchos años.
Gracias, Main, por hacernos sentir 'especiales', por enseñarnos a valorar las cosas más pequeñas y por proporcionarnos mondadientes de recambio.
viernes, 17 de octubre de 2008
¡Casi se la limpian!
Abro un paréntesis en mi ajetreada agenda para denunciar algo que me turba sobremanera.
Si el otro día fue un accidente con heridos a la puerta de la Biblioteca Regional, hoy casi ha habido que lamentar una desgracia, nuevamente ante mis propios ojos.
La cosa no ha sido tan grave como la última vez, ocasión en que la carretera se tiñó con la sangre de un peatón despistado, pero ha podido ser peor. Una mujer ha sido 'casi atropellada' por un vehículo muy cerca del Corte Inglés. Y digo casi, porque no me explico muy bien cómo es posible que no haya resultado gravemente herida. La tipa debía ser la prima de Bruce Willis en "El protegido".
El caso es que la muchacha se ha puesto a cruzar en rojo, como hacemos muchos cuando nos desesperamos (véase Avenida Juan Carlos I, a la altura de la antes mencionada Biblioteca), en la calle cortada por las obras del nuevo y flamante parking y... literalmente ha sigo golpeada por un vehículo. No la ha rozado, no, le ha dado un topazo en toda regla a la altura de la ciática (muslamen y culamen, para los de la LOGSE).
Habrá ido al hospital, porque a pesar de mantenerse en pie así en caliente, parecía desconcertada después del incidente, y esas cosas, ya se sabe, duelen al rato.
En fin, para reflexionar.
Me he pasado mucho tiempo empapandome de la cultura del transporte en otros países más 'avanzados' en este sentido, y debo decir que es algo que se veía venir desde que regresé. Tenemos una ciudad pensada para el coche, no para el peatón. El transporte público, que se reduce a unos cuantos autobuses en una ciudad colapsada por el tráfico y sin carriles exclusivos, resulta lento de cojones y muy deficiente. De ir en bicicleta mejor ni hablamos, al menos los que aprecien su vida.
¿Qué cojones pasa en Murcia, señores políticos? ¿No merecemos un transporte público adaptado al siglo en que vivimos? ¿No hay ya suficientes coches? ¿No hay acaso suficientes plazas parking? ¿No han oído hablar, qué sé yo, de la sostenibilidad? Claro, siendo el transporte público la mierda que es, resulta imprescindible coger el coche, cómo no, y pasa lo que pasa, que tenemos un caos absoluto en la circulación.
Si alguna vez voto por el PP en Murcia, por favor, cortadme la mano que sujete la papeleta.
PD: Dedicado a todos aquellos que han sufrido alguna vez la línea 39. Una hora para coger un autobús, hacer 3 kms y llegar a tu Facultad, nunca es suficiente.