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lunes, 23 de junio de 2008

¡Adiós a los cuartos!

¡Por fin! Hoy es un gran día.

Estamos en semifinales, algo que no pasaba desde 1984. ¡No ha llovido nada desde entonces! Vale, yo ya había nacido, pero con dos añitos recién cumplidos no creas que lo disfruté o que lo recuerdo con claridad. Por el amor de Christoph Metzelder, si encima sufrimos una derrota triste contra 'el Once del Gallo' en la final, con cantada de Arconada en respuesta a una falta blandita lanzada por Platini, ¿qué hay de bueno para recordar?



Italia cayó anoche de una de las maneras más dolorosas, en los penalties. Cierto es que yo hubiera preferido ganar a la italiana, es decir, empatando el partido en el minuto 90+2 con un gol de Del Piero en propia puerta y llevándonos el partido con un penalty inexistente en el 120 de la prórroga. Pero el final de anoche no estuvo nada mal.



Ahora, tenemos a Rusia, con su recuperado Arshavin, que nada tiene que ver con la del 4-1 del primer día.

Yo ya estoy buscando la manera de llegar a Viena el próximo 29 para el España-Alemania. No voy a esperar otros 24 años para ver una final.

jueves, 19 de junio de 2008

À corps perdu

Es evidente, el calor y los exámenes me están afectando. Me estoy encontrando con mi lado más sensible, y mira que es difícil encontrarse con algo que a ratos parece que no existe.

He decidido romper mi silencio, y para ello he optado por las opción más ñoña que tenía a mano. Tantas cosas para contar, y elijo precisamente la que puede poner en duda mi virilidad. En fin.

No es ningún secreto que en mi casa disfruto de artistas franceses de lo más variopinto. Cada uno tiene sus gustos, y a mí me gusta sentirme un ciudadano del mundo escuchando vocalistas en otras lenguas, especialmente si son franceses.

En una de mis múltiples incursiones en la cultura musical francófona, descubrí por casualidad a Grégory Lemarchal. Por aquel entonces, yo mantenía un pequeño idilio melódico con la ahora Primera Dama francesa, Carla Bruni, mucho tiempo antes, incluso, de que el Sr Sarkozy osara posar sus pezuñas sobre ella. Era algo platónico, puro. Conseguía conmoverme con el cálido abrazo de su voz.

El nombre de este chico, de trágica historia, apareció por casualidad en un foro. Su música consiguió emocionarme. Con el tiempo fui olvidándome de él, como suele suceder con casi toda la música que cae en nuestras manos, hasta ayer. Por casualidad, mientras mi hermana veía OT, oí el título de una canción de Grégory Lemarchal, y a un payo con una pinta de julandrón que te cagas decir que este chico había muerto.

¿Qué? ¿Cómo? ¡Pero si tenía 23 años! ¿Qué le habría pasado? Y me puse un poco al día.

El muchacho se dio a conocer gracias a un programa francés de la Tf1, llamado Star Academy, que no es ni más ni menos que el Operación Triunfo galo. Tenía una enfermedad degenerativa, fibrosis quística, y estaba bastante chungo, pero cantaba como los ángeles. Por lo visto, el chico estaba mucho peor de lo que parecía, y en cada gala del programa se le veía empeorar. En el programa francés arrasó, y pronto estuvo grabando discos y cosechando numerosos éxitos.

Al final, en abril del pasado año 2007, después de sólo tres años de su salto a la fama en 2004 con Star Academy, a la tierna edad de 23 primaveras vistas, falleció a causa de su larga enfermedad.

No sé que me emociona más, si sus canciones o el hecho de que haya muerto una de las mejores voces que ha dado Francia, con toda la vida por delante y de manera tan triste.

Quizá exagero.

Quería hacerle un pequeño homenaje, para dar a conocer su obra, que no es muy extensa desgraciadamente, pero tiene un gran significado. La lucha contra la adversidad y el afán de superación personal.

Para todos aquellos que de francés andas escasos, voy a destacar tan solo una frase de la siguiente canción.

"Et si ma vie n'est qu'une cause perdue,
je partirai libre d'y avoir au moins cru."

Que traducido vendría a decir,

"Y si mi vida no es más que una causa perdida,
partiré libre al menos habiendo creído."

Para alguien que ve como la vida se le escapa de las manos lentamente, escribir algo así debe ser casi tan trágico como para los demás escucharlo de su propia voz . Ahora que su voz se ha apagado, si es que yo me equivocara y existiera un Dios, espero que éste lo acoja con cariño.