Te equivocas, amigo Antonio H. Por cierto ¿La H es muda?¿Se pronuncia? El que existe de verdad es el monstruo espaguetti violador, que en lugar de tentáculos tiene millones de penes y a todos los que dicen que no lo conocen es porque les ha penetrado en más de una ocasión. ¿Lo conocías tu ya?
Lo de Dios es como los reyes magos, para que nos portemos bien.
Es como en Martín Hache, tiene por objeto poner de relieve el menoscabo que para él supone que lo llamen así, una letra muda, que no existe.
¿O quizá sea por Hidalgo?
En fin, que los monstruos, si bien no existen, y mucho menos convertidos en divinidades, de existir se asemejarían a su tallarinesca santidad. No es una incongruencia, ÉL realmente existe, pero prefiere pasar desapercibido y dejarse ver únicamente entre los vidriosos ojos de un borracho de ron, que entre brumas y con un parche en el ojo dirá sin intención alguna aquello de "¡aaarrrr, marineros!".
"Tan grande y tan tonto", me define lo suficiente.
A lo largo de los años, he llegado a desarrollar un gusto especial por la cerveza alemana, las pachangas de "Solteros vs. Casados", y los pechos generosos y turgentes, aunque no necesariamente en este orden.
3 comentarios:
Eso son blasfemias para su bloloñesca divinidad.
Hay pruevas irrefutables de que el Monstruo Espaguetti Volador Existe.
Te equivocas, amigo Antonio H. Por cierto ¿La H es muda?¿Se pronuncia?
El que existe de verdad es el monstruo espaguetti violador, que en lugar de tentáculos tiene millones de penes y a todos los que dicen que no lo conocen es porque les ha penetrado en más de una ocasión.
¿Lo conocías tu ya?
Lo de Dios es como los reyes magos, para que nos portemos bien.
Es como en Martín Hache, tiene por objeto poner de relieve el menoscabo que para él supone que lo llamen así, una letra muda, que no existe.
¿O quizá sea por Hidalgo?
En fin, que los monstruos, si bien no existen, y mucho menos convertidos en divinidades, de existir se asemejarían a su tallarinesca santidad. No es una incongruencia, ÉL realmente existe, pero prefiere pasar desapercibido y dejarse ver únicamente entre los vidriosos ojos de un borracho de ron, que entre brumas y con un parche en el ojo dirá sin intención alguna aquello de "¡aaarrrr, marineros!".
Ramén.
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